domingo, 23 de febrero de 2014

Razonamiento. Razonamiento científico. Razonamiento clínico.

"Nosotros somos seres racionales. De los que toman las raciones en los bares"

            Creo que no he oído una definición mejor sobre la racionalidad humana que esta frase de Julián Hernández, un gran filósofo español de los años ochenta, de la corriente de pensamiento conocida como Siniestro Total. ¿Por qué cito esta máxima? Porque quiero razonar sobre el razonamiento (valga la redundancia) ahora que parece que está de moda.

            ¿Qué es razonar? Recuerdo que en EGB mi profesora de lengua, la señorita Ángela, me decía siempre que si quería saber lo que significaba una palabra me fuese al diccionario.  Así, según el DRAE, razonar es "discurrir, ordenando ideas en la mente, para llegar a una conclusión" o "hablar dando razones para probar algo". Vamos, que en principio razonar es algo que a priori hacemos todos. Y entonces no se entiende muy bien todo este revuelo sobre el razonamiento. Yo soy clínico. Yo razono. Mi razonamiento es clínico. Así de simple podría parecer.  No es así.

            Pero la verdad es que las cosas no son siempre tan simples, y razonamientos hay de muchos tipos, incluso demasiados sin-razonamientos.  Como dice el título de la entrada voy a hablar del razonamiento científico y del razonamiento clínico.  Para empezar, el razonamiento científico tiene algunas características propias, que lo hacen muy diferente de cualquier otro tipo de proceso mental, (por ejemplo el que he seguido para sentarme a escribir esta entrada). La primera diferencia del razonamiento científico está en su objetivo. No pretende encontrar el camino más corto para llegar a un destino, ni justificar qué película ver esta tarde. El razonamiento científico pretende producir ciencia. Parece una afirmación innecesaria. Y a priori puede parecer poco práctica. Pero producir ciencia es indispensable y siempre práctico.
            Otra diferencia importante del razonamiento científico respecto a otros razonamientos es su proceso de creación. El razonamiento científico no siempre nace de un problema concreto. Puede nacer también de una idea, de una intuición, incluso desde una observación casual, por poner un ejemplo que seguro que a nadie se le ha ocurrido nunca: ver una manzana caer de un árbol... Intuiciones, ideas y observaciones las tenemos todos, varias veces al día (bueno, lo de ver caer manzanas de un árbol, no es que me esté pasando continuamente, pero otras cosas valdrían lo mismo) y no por ello afirmamos que nuestro pensamiento posterior es científico. Tener ideas, o tener intuiciones no es sinónimo de razonar científicamente. Para razonar científicamente hace falta tener los conocimientos y no solo las experiencias.
            La tercera diferencia de la que voy a hablar es el desarrollo del propio proceso. El pensamiento científico puede ir desde lo particular a lo general (razonamiento inductivo) o desde lo general a lo particular (razonamiento deductivo). La ciencia, a pesar de toda su fama, no intenta conocer, crear o demostrar verdades. El razonamiento científico intenta justamente lo contrario, demostrar que las ideas son falsas, equivocadas, erróneas. Y sin embargo normalmente se confunde el objetivo del pensamiento científico. Producir ciencia no es producir verdades. Es desmontarlas. ¿Por qué hace esto la ciencia? Porque demostrar que algo es equivocado es muy "fácil", basta encontrar una sola prueba en contra para desmontar una afirmación (si veo una manzana roja puedo "negar" que todas las manzanas sean verdes). Lo contrario, demostrar que algo es cierto, es imposible, ya que encontrar una prueba a favor de mi teoría no demuestra que esta sea cierta  (si seguimos hablando de manzanas, no puedo afirmar que todas las manzanas son verdes porque he visto una, diez o cien manzanas verdes). Y en este detalle es donde cojean las pseudociencias, las religiones y las creencias. 

            ¿Y el razonamiento clínico en fisioterapia? Aquí la cosa cambia. Y mucho. En consulta  hacemos clínica, que al final es otra manera de producir ciencia. Pero las herramientas son ligeramente distintas. El razonamiento clínico no ocurre a partir de una intuición, o de una manzana que se cae. Aquí la manzana tiene nombres, apellidos, síntomas, signos, objetivos, miedos, problemas asociados.... El razonamiento clínico tiene un objetivo práctico... conseguir que esa manzana que nos ha caído en la consulta salga por la puerta lo antes posible, lo mejor posible, en el mejor estado posible. El razonamiento clínico no es razonamiento científico. Si el científico intentaba llegar desde lo particular a lo general o viceversa, el clínico intenta llegar desde lo particular a lo particular. Una respuesta concreta para esa situación concreta. No puedo aplicar el "esto ha ido siempre bien", el "creo que esto podría funcionar" o el "esto lo sé hacer bien"  En el laboratorio podemos modificar las condiciones para conseguir que los datos respondan a una sola pregunta. En la consulta aceptamos la condiciones que nos vienen dadas (o no las aceptamos, y mandamos la manzana a casa, cerramos el chiringito y nos vamos a tomar unas raciones).

            Y entonces, ¿en qué consiste el razonamiento clínico? No consiste en analizar todos los datos para formular y valorar todas las posibles hipótesis (dado que el número sería infinito, y el tiempo a disposición limitado, corremos el riesgo de que la manzana se canse y se vaya, o de que se pudra en nuestra consulta) ni en elaborar una teoría. Consiste en una recogida sistemática de datos, en ayudarse del procesamiento heurístico para plantear una serie de hipótesis operativas (las más probables según los datos recogidos), en disponer de herramientas (científicas, test, pruebas) para descartar las hipótesis falsas y en actuar sobre la hipótesis operativa que haya superado la falsación, aceptando que esto no siempre nos llevará a tratar la causa que ha llevado la manzana hasta la clínica. La afirmación que Conan Doyle ponía en boca de Holmes "Una vez que has eliminado lo imposible, lo que queda, por muy improbable que parezca, tiene que ser la verdad" cambiaría drásticamente si Sherlock hubiese sido fisioterapeuta "una vez que has eliminado lo imposible, lo que queda, por muy improbable que parezca podría, o no, ser verdad". Mucho camino que recorrer todavía.


            Fiarse solo de las intuiciones. Dejarse llevar por lo que los músculos cuentan. Ceñirse solamente a nuestra experiencia previa. Todo eso no es razonamiento clínico. Me da igual quien lo haga. Me da igual que se haga en una clínica. Me da igual que los resultados sean buenos y la manzana mejore, esté feliz y nos haga buena publicidad. Si queremos ser clínicamente racionales tendremos que acostumbrarnos a este proceso. De lo contrario seguiremos siempre con las raciones como las de los bares, siempre iguales y para todos.

Buena lectura.

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