lunes, 9 de julio de 2018

Los dos hombres más importantes de mi vida.

Marcelo y Tristán. No se me ocurre una manera mejor de resumir (y de autofelicitarme) los cuarenta años que hoy cumplo que hacerlo citando para ello a los dos hombres más importantes de mi vida y que por diversos motivos no van a poder felicitarme hoy. Marcelo y Tristán. Alfa y Omega. Los cuarenta que se van y los cuarenta (espero) que llegan. 

Marcelo fue el primero. Estaba allí el día que nací. Bueno, no. Era de una época en que la mayoría de los hombres no estaban en las maternidades. Cuentan las crónicas que cuando le dijeron que su mujer había tenido un hijo varón saltó hasta casi darse con el techo (él, con su metro sesenta escaso.... claro, que las crónicas son las de dos hermanas que por aquel entonces no llegaban a los ocho años.... vamos, que se alegró mucho). Resumir mis cuarenta años en boca de mi padre no sería un trabajo fácil. Entre sus grandes habilidades no puedo recordar que estuviese la de ser un gran contador de historias. Pero tuvo siempre otras cosas. Para empezar, un trabajador incansable. Una ética del trabajo que me gustaría de alguna manera decir que llevo dentro. Recuerdo algunos sábados de mi infancia acompañándole al almacén de recambios donde trabajaba.... me sorprendía la facilidad con la que todo el almacén estaba en su cabeza, números de referencias que empezaban todas igual, 7700, que parecían todas iguales, se materializaban como piezas diferentes exactamente en el pasillo, en la estantería, en la caja en la que él iba a buscarlas. Estos días, viendo el vídeo de esa hija que se presenta en la obra de su padre para honrarle y agradecerle su título universitario, se me humedecen los ojos. Mi padre (y por supuesto mi madre, claro) hizo todos los esfuerzos para que sus hijos tuviesen los estudios que ellos no habían podido tener. Y nos lo supieron transmitir tan bien que no hemos sabido dejar de estudiar. 

He dicho que entre los dones de mi padre no estaba el de contador de historias. Pero entre los muchos recuerdos que me quedan de él hay uno imperecedero. "¿Quieres que te diga unas palabritas?" Era su frase mágica el día antes de empezar el curso, incluso antes de empezar un trabajo. Las mismas frases todos los años. Respeta a tus compañeros. Respeta a tu profesor (o a tu jefe). Sé puntual. Lleva todas tus cosas en orden. Estudia (o trabaja) duro. Se limpio. Se amable. No le quites nada a nadie, si te falta dímelo, que lo compramos... todos los años lo mismo... escucharlo durante la infancia, durante la adolescencia (es decir, sin escucharlo), durante la primera juventud... pues el caso es que al final se te queda. No se si sería porque lo decía. Creo seguramente porque él lo hacía. Ahora lo llaman ética del trabajo. O ser la mejor versión de ti mismo. Para mí, como para mis hermanas eran solo unas palabritas. Gracias.

Me llamo Torija, Marcelo Torija


Tristán no ha conocido a Marcelo y lo siento mucho por los dos. Él acaba de llegar, con sus diez meses, con su energía increíble, con sus ganas de descubrir el mundo, como si tuviese prisa por llegar. Con él se cierra el capítulo de mi paternidad. De él puedo contar poco. Estuve allí el día que nació. Rubio. Ojos azules. Los que me conocéis os habréis dado cuenta, exactamente igual que yo. Lo que importa de Tristán (y de Elisa, también de Elisa) es que me ponen de nuevo delante de Marcelo. Intentar ser la mejor versión de mi mismo para ellos. No se si pasaré con vosotros todo el tiempo que necesitaréis. No se si sabré enseñaros todo lo que os hará falta. Se que os miro y pienso que quiero hacer las cosas lo mejor posible. Y que a veces no se. Entonces pienso (y aquí es cuando más lo hecho de menos) que palabritas tendría mi padre para su hijo. Qué consejos me daría su paternidad. Y entonces,  solo entonces, me doy cuenta de que los errores que pudiese haber cometido son nimiedades en comparación con los aciertos que tuvo. Espero que dentro de cuarenta años Tristán me pueda juzgar con la misma benevolencia. Por ahora espero que siga destrozando torres, jugando y riendo.

¿Qué referencia será esta rueda?

Muchas gracias por felicitarme.

P.S: Otra de las "palabritas" de mi padre, esto ya un poco más de mayor. "Si alguna vez vas a tomar algo con tus amigos y los demás han pagado una ronda, no te vayas sin dejar pagada una". Luego, estudiando Psicología, descubrí que tacaño y pesetero eran palabras despectivas en cualquier idioma. Pues eso, tuve la suerte de un padre que supo enseñarme todas esas cosas.