Hoy no toca hablar de fisioterapia. Hoy es un día de Otras Cosas. Hoy es un día igual que un día de hace tres años. Pero es distinto. Porque se fue. Porque el lobo del mesotelioma se lo llevó. Hoy es un día de recuerdo. Hoy es mi pequeño homenaje. Espero pensar que todos los días lo son.
Buenas tardes a todos y muchas gracias por compartir este
momento con nosotros…
He pensado mucho como empezar este mensaje, y
por más que lo pienso la única palabra que me viene a la mente es GRACIAS.
Gracias por vuestro cariño, por vuestro apoyo, por vuestras llamadas llenas de
palabras de aliento y por vuestros silencios llenos de oídos siempre atentos.
Gracias por las visitas, por vuestra compañía, por vuestras manos y vuestros
hombros. Gracias por las lagrimas y por las sonrisas que nos habéis regalado en
estos días. Sin todas esos detalles este momento sería mucho más difícil.
Gracias por no habernos dejado solos en este viaje. Gracias por haber recorrido
parte del viaje con nuestro padre.
En estos días me han preguntado a menudo como
estoy. Estoy triste, es cierto, porque hemos perdido la presencia física de un
padre. Pero por encima de esa tristeza tengo que ser sincero y deciros que
estoy FELIZ. Estoy feliz porque he conocido a una persona como mi padre, porque
he podido compartir parte de mi vida con él y porque he tenido la ocasión de
aprender infinidad de cosas a su lado. He aprendido a caminar con la cabeza
alta mirando al mismo tiempo al suelo y a las nubes. He aprendido que una
palabra dada tiene el valor de una promesa. He aprendido que hay un momento
para luchar y un momento para estar callado. He aprendido que nunca lo voy a
saber todo pero que puedo siempre preguntar. También estoy feliz porque he
conocido mucha gente que ha querido a mi padre, y que lo sigue queriendo. He
podido escuchar de vuestros labios lo trabajador que era, su constancia. Nos habéis
dicho que cuando os hizo falta una mano mi padre estuvo siempre dispuesto a
echar las dos. Que siempre supo escucharos y ayudaros. No sé si es justo decir que
un hijo se siente orgulloso de un padre. Nosotros lo estamos. Y si no podemos
sentirnos orgullosos nosotros, dejadme que os diga otra cosa: estoy seguro de
que mis abuelos se sienten orgullosos de su hijo.
Os decía que también estoy triste porque hemos
perdido su presencia. Es cierto que ya no podremos abrazarlo, ni nos estará
esperando cuando lleguemos a casa. No podré sentir su voz grabada en el contestador
cuando vuelva del trabajo ni vendrá a recogerme nunca más al aeropuerto. Pero
estoy seguro de que mi padre seguirá estando presente como siempre o más que
siempre. Donde quiera que miren mis ojos, o los de mis hermanas, o los de mi
madre, allí estará mirando mi padre. Da igual lo lejos que podamos viajar, allí
estará nuestro padre siempre a nuestro lado. Y nunca más le hará falta un
teléfono para dejarnos un mensaje. Sentiremos su voz alta y clara cada vez que
nos haga falta un consejo. Nuestro padre no se ha ido. Simplemente ahora tendrá
libertad para poder hacer lo que siempre le hubiese gustado: estar con todos
nosotros y saber todo lo que hacemos todos, siempre…
Muchas gracias Papa.
Gracias hermano. Papá cuídate mucho y sigue cuidándonos. Todos los abrazos.
ResponderEliminar