jueves, 30 de enero de 2014

¿Lo estaré haciendo bien?

Es, por lo menos, curioso. Durante una buena parte de la vida alguien nos evalúa constantemente. Todo el sistema educativo consiste en que otra persona nos diga que tal hemos hecho esta cosa o aquella otra… Y de repente, un día, llega otro tipo de vida, en la que somos mucho más responsables de aquello que hacemos, y en la que sin embargo nadie nos puede decir cómo lo estamos haciendo. 

Autoevaluarse no es nada fácil. Nadie nos ha enseñado a hacerlo. Autoevaluarse como fisioterapeuta es además difícil. La mayor parte de las veces, estaremos solos con el paciente y no habrá otro compañero que nos pueda devolver un feedback. Podemos correr el riesgo de valorarnos solamente por nuestro resultado final, si el paciente mejora o no mejora. Pero eso sitúa el locus de control en un plano incorrecto. No trabajamos en un estudio científico, no todas las variables que influyen en la vida del paciente están bajo nuestro control, con lo cual no podemos saber hasta que punto nuestro tratamiento ha sido lo que ha contribuido a la curación o si la persona se ha curado “a pesar de nuestros esfuerzos”.

Si nadie nos valora, y los resultados indican solo parcialmente nuestra actuación, ¿cómo podemos mejorar? Hay múltiples respuestas posibles: haciendo más cursos, leyendo más, comparando nuestra actuación con la de otros… incluso habrá quién no se plantee nunca esta pregunta…

Desde el campo de los recursos humanos existe una herramienta que puede ayudarnos a responder a esa pregunta. Se llama lecciones aprendidas, y aunque es algo más extensa, voy a intentar resumirla en 3 puntos con una aplicación práctica a la fisioterapia.

1. Valorar lo cerca o lejos que hemos estado de nuestro objetivo
De 0 a 100, como las notas, teniendo siempre en cuenta que ninguna actuación es un completo fracaso (0), ni ninguna actuación es tan buena que no pueda ser mejorable (100). Imaginemos que después de una consulta me pregunto a mi mismo como lo he hecho, qué nota me daría… y me doy un 60 (suelo ser bastante crítico conmigo mismo).

2. Definir los criterios o factores de “éxito”
Estos son aquellas acciones que te han permitido alcanzar la parte positiva de tu objetivo (imaginemos ese 60 %). Para que sean realmente “criterios de éxito” tienen que responder a la siguiente norma. Deben ser cosas que “yo he hecho”, “yo he dicho”, “yo he decidido”… por poner un ejemplo, que el paciente sea muy bueno comunicando su patología, diciendo qué le duele, cuánto y cómo, no es un criterio de éxito (para él sí, no para nosotros), no es algo que nosotros hemos dicho, no somos responsables de ello. Qué el paciente confíe en mi porque soy hombre no es un factor de éxito… (si acaso será éxito de mis padres). Que yo haya escuchado bien al paciente, que yo haya sabido crear un ambiente de confianza, que yo haya hecho bien un razonamiento clínico, que yo haya realizado bien una técnica… esos si son factores de “éxito”

3. Definir los criterios de “no-éxito”
O sea, aquellas cosas que te han alejado del 100 % de efectividad que a todos nos gustaría alcanzar en consulta. Estos son los errores, y es de ellos (ese 40 %), de los que podemos aprender (los hacemos todos, con más o menos frecuencia… yo, personalmente desconfío de los compañeros que me dicen que no se equivocan nunca… pero los hay). Los errores son los únicos profesores que nos acompañan toda la vida
Como con los factores de éxito, es necesario que respondan a la pregunta ¿qué no he hecho? ¿qué no he dicho? ¿qué no he decidido?, si no responden a esas preguntas, son cosas que yo no puedo modificar, con lo cual no me aportan nada sobre lo que crecer.
Un par de ejemplos prácticos para que se entienda mejor. “Si hubiese tenido más tiempo lo hubiese hecho mejor…” “Si tuviese un ecógrafo…” no son factores de no-éxito si no tenemos la posibilidad de tener más tiempo o de comprar un ecógrafo (si creo que pueda ser útil). Un factor de no-éxito puede ser “no he analizado la situación desde varios puntos de vista” “no he recogido toda la información posible” “no he transmitido al paciente lo que quería transmitirle”, "no he aplicado bien las técnicas"…

Solamente si somos capaces de realizar un análisis crítico sobre nuestras actuaciones (se podría denominar meta-razonamiento clínico) podremos aprender de nuestros errores “estructurales” y no solamente de nuestros errores “técnicos”. Como todas las herramientas, se mejora utilizándola, al principio puede parecer algo farragosa, pero como todo razonamiento acaba mejorando la calidad de aquello que hacemos.

Espero que os resulte útil. Buena lectura

No hay comentarios:

Publicar un comentario