sábado, 18 de enero de 2014

Los siete enanitos de la fisioterapia 2.0 (episodio II)

Pensaba espaciar algo más las entregas… pero vista la buena acogida que tuvo Sabio, vamos con la segunda entrega, que ya estaba preparada…

GRUÑÓN

A gruñón no le gusta.

No, no se me ha olvidado una parte de la frase. La realidad es esa, a fisioterapeuta gruñón no le gusta y punto. Sin complemento objeto.  Seguro que conocéis alguno.

A fisioterapeuta gruñón no le gusta el trabajo que hacen los colegios de fisioterapia (le has oído decir "con todo lo que pagamos y mira lo que nos dan, esa revistilla, y vaya formación"). No le gusta la situación de la fisioterapia en España ("somos muchos " " hay muchos intrusos" "los pacientes no saben lo que hacemos"). No le gustan los cursos en los que no participa ("¿el programa? una p... m... ¿Y el docente? no vale ni para hacer calceta"). Lo mejor es que tampoco le gustan los cursos en los que participa ("para lo que he aprendido era demasiado caro, y demasiado largo... o demasiado corto, ya no me acuerdo"). No le gusta como se forma a los futuros fisioterapeutas en la Universidad ("ahí van, todos como borregos, que no saben razonar"). No le gusta su puesto de trabajo ("con este tiempo por paciente, no me siento desarrollado"), sus compañeros ("son todos unos ineptos"), sus jefes ("no tienen ni idea de lo que es la fisioterapia") ni sus pacientes ("es que no saben cuidarse, si hiciesen las cosas como yo digo, estarían mucho mejor").

Pero a diferencia de Sabio, la vida de gruñón no acaba con la fisioterapia. A fisioterapeuta gruñón no le gusta ir a la playa si hay arena ("se me mete por todas partes") pero tampoco si no la hay ("las piedras son muy duras para tumbarse"), y ni siquiera le gusta la montaña ("para que vamos a ir? hace frío y no hay arena para tumbarse después del baño"). A gruñón no le gusta la actualidad cultural española ("las películas son malas, y los actores, ni te cuento"). Ni la situación política actual  (........................................................  aquí dejo el espacio libre, que cada uno ponga lo que quiera). Ni el transporte ("¿el transporte público? Fatal, lento, a reventar, y llego siempre tarde. ¿El coche? no lo cojo porque hay demasiado tráfico, por no hablar del aparcamiento. ¿La moto? Demasiado peligrosa"... ¿has probado el teletransporte?). Por cierto, a gruñón no le gusta gruñir ("yo no gruño, es que hay cosas que no me gustan y lo digo" No, si ya nos hemos dado cuenta.)

Y no hablemos de ir a cenar con fisioterapeuta gruñón. La Odisea de Ulises se queda corta: "pues vaya sitio más cutre" "la carne está poco hecha (y eso cuando pide un carpaccio)" "el camarero es un borde (nadie le ha hablado de las neuronas espejo y las emociones empáticas)" "es super caro (¿qué querías? cenar en un dos estrellas por 8 euros y vino incluído...?) "pues a mi me parece que este postre está muy frío" (claro querido gruñón, has pedido un helado...)

Después de todo esto uno podría pensar que el mundo, sería mucho mejor sin enanos gruñones... Pues al contrario. Yo creo que Gruñón es imprescindible. En cualquier grupo, en cualquier sitio, en cualquier profesión hay siempre un enano Gruñón que hace que las cosas empiecen a cambiar. Gracias a Gruñón la fisioterapia de hoy es mucho mejor que la de hace quince años, y de la formación ni te cuento Gracias a él los colegios evolucionan, y los programas de las Universidades mejoran. Gracias a gruñón las cosas cambian en el trabajo y ponen carril bici por las calles. Y gracias a Gruñón algún friki como Ferran Adriá se puso a hacer helados calientes… (en política seguirían haciendo falta unos cuantos gruñones más)

Próxima entrega: Dormilón.


Pd: He controlado las bases de datos y actualmente no hay evidencia científica de que a Gruñón le guste algo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario