martes, 14 de abril de 2015

Las tres P. Un modelo de autoevaluación

Hace ya unos meses estuve hablando de lo importante que sería aprender a autoevaluarnos, en cualquier ámbito, en cualquier profesión, una vez acabado nuestro recorrido formativo oficial. La herramienta de la que hoy quiero hablar puede servir para completar la de la entrada anterior, o puede utilizarse de manera autónoma. Está basado en el modelo de las 3 P, que en este caso serán Producto, Proceso, Personas. Voy a intentar explicarlo de la manera más clara posible.

Cuando una persona realiza su trabajo, a la hora de valorar el resultado no existe una sola manera de realizarlo. Además, muchas veces el resultado obtenido es la suma de una serie de circunstancias que pueden estar relacionadas pero que no dependen exclusivamente una de la otra. El riesgo de valorar nuestra actuación centrándonos solamente en una de ellas corre el riesgo de darnos un resultado falso, no necesariamente negativo o positivo, pero alejado de un cierto modo de la realidad.

Para explicar la herramienta empecemos por definir un triángulo, y situar en cada uno de los vértices cada una de las P's

- Producto: es quizás la dimensión más fácil de entender, se trata del resultado "bruto" de nuestra actuación, medible de una manera cuantitativa y/o cualitativa. Pueden ser la cantidad de ovejas esquiladas si soy esquilador, las notas de mis alumnos si soy profesor, el tiempo que un paciente tarda en recuperarse si trabajo en la salud, o mi nota si me presento a un examen.
- Proceso: se trata del "cómo" se ha llegado al producto, es decir, los pasos dados para realizarlo. A menudo en nuestras actuaciones existen una serie de procesos previos que es necesario completar para alcanzar el resultado. Utilizando una metáfora, si el producto es llegar en coche a un determinado sitio a una determinada hora (ambos conceptos medibles) porque hemos quedado con una persona, el proceso sería analizar si para realizarlo hemos respetado las reglas de circulación, si el camino que hemos escogido ha sido el más eficiente, si nuestra conducción ha supuesto en algún momento un problema para las estructuras inertes que están implicadas (por ejemplo el motor o las ruedas).
- Personas: se trata de todas aquellas estructuras vivas implicadas en el proceso, empezando por nosotros mismos como protagonistas, y siguiendo por aquellos que nos rodean, ya sean compañeros de trabajo, dependientes, alumnos, pacientes... sujetos activos o pasivos de nuestra intervención.

Una vez definidos los tres vértices del triángulo, deberíamos proceder a valorar nuestra actuación en cada una de las dimensiones.
- Producto: facilmente medible, puntuaremos en ella muy alto si el resultado es bueno (conforme a nuestro objetivo previo) y bajo si el resultado es malo. Muchas veces, sobre todo en aquellas realidades en las que trabajamos en condiciones multifactoriales (por mi experiencia personal, la salud y la educación son dos ejemplos claros, pero creo que es extrapolable a cualquier otra realidad) corremos el riesgo de relacionar un mal resultado con una mala actuación nuestra, o lo que es más peligroso, un buen resultado con una buena actuación, descartando entonces factores que seguramente hayan influido (siguiendo con la metáfora del viaje en coche, podemos llegar tarde porque delante de nosotros ha habido un accidente o llegar antes que la otra persona porque esa persona se haya retrasado) en ambos casos el resultado no nos está informando al completo de nuestra actuación.
- Proceso: facilmente medible si antes hemos realizado una revisión previa de cual tiene que ser el proceso para alcanzar el resultado (cuanto se tarda en llegar, cuanto tardo en ir a coger el coche, cual es el mejor camino posible en un día como hoy, saber si es posible que encuentre tráfico y que hacer en caso de que lo encuentre...) El proceso a menudo se puede confundir con el protocolo si existe este. Pero aunque no exista resulta muy fácil medir nuestra actuación respondiendo a las siguientes preguntas ¿cuánto nos hemos ceñido al plan previamente diseñado? ¿El plan que habíamos diseñado era correcto para conseguir los objetivos deseados? Si nos damos cuenta, muchas veces en nuestra vida, aplicando estas dimensiones veríamos que altas puntuaciones en procesos no siempre correlacionan con altas puntuaciones en productos. Y que bajas puntuaciones en productos, a veces presentan óptimas valoraciones en procesos.
- Personas: quizás sea la dimensión más difícil de medir. En ella puntuaciones altas corresponderían a haber cuidado (en el sentido inglés del verbo to care) a las personas implicadas en el proceso, no haberlas puesto en riesgo, haber mantenido siempre la atención a su bienestar, a sus opiniones. Puntuaciones bajas corresponderían a todo lo contrario (haber viajado sin cinturón de seguridad, sin parar en los pasos de peatones, llegando tarde sin avisar a la otra persona...)

Una vez realizada la valoración en las diferentes dimensiones, lo único que nos queda es distribuir los resultados sobre nuestro triángulo original y ver como queda "nuestro triángulo", con un simple vistazo entenderemos como ha sido nuestra actuación y cual es la parte que necesita mayor atención para seguir mejorando. La posibilidades aquí son infinitas, pero veamos algunas.

Situación 1: Un profesor que mantiene un buen ambiente en clase, que disfruta con su trabajo y que hace disfrutar a sus alumnos (puntuación alta en personas). Que respeta las decisiones del claustro docente la mayoría de las veces y cumple los planes previstos en la materia (buena puntuación en procesos). Pero que no consigue buenos resultados con sus estudiantes (puntuación baja en productos).


Situación 2: Imaginemos un fisioterapeuta, que trabajando con un paciente consigue un óptimo resultado en producto (el paciente mejora mucho y muy pronto), pero sin haberse planteado en ningún momento los posibles riesgos que ese tratamiento podía tener ( puntuación alta en producto, baja nota en proceso). Puede darse el caso de que en este caso la percepción de bienestar propio y del paciente sea alto (puntuación alta en persona, pero ligeramente falsa, ya que el paciente ha corrido riesgos)


Situación 3: Un alumno que estudia para un examen de manera óptima, cumpliendo sus previsiones iniciales en cuanto a organización, horas y formas de estudio (puntuación alta en proceso), que consigue una discreta nota en el examen (puntuación medio-alta en producto) pero que para hacerlo ha descuidado su salud (por ejemplo problemas de sueño, alimentación, estrés... baja nota en personas).

Es necesario saber en qué momentos es necesario prestar atención a cada uno de estos factores para entender el resultado de nuestra autoevaluación y por ello no existe un "gold standard" (más allá del triángulo equilatero del principio) que defina cuál es la mejor actuación posible. Pero probablemente, si queremos mejorar la próxima vez, lo importante sea determinar dónde tenemos más margen de mejora.

Muchas gracias y buena lectura.

lunes, 6 de abril de 2015

Del dicho al hecho. Reflexiones sobre la #4JIF (capítulo 2)

Viene del capítulo, perdón, de la entrada precedente...

.... pues con motivo de estas Jornadas me puse a reflexionar. ¿Es realmente importante la comunicación en la fisioterapia? Si tenemos en cuenta el primer axioma de la comunicación de Paul Watzlawick, resulta imposible no comunicar, ya que la comunicación es una conducta y no existe la posibilidad de no comportarse. Según este axioma la comunicación es importante "per se". Lo que también nos dice el bueno de Paul es que la comunicación puede ser exitosa o no serlo. Y ahí está la diferencia. Mucha.

Y esto, ¿qué tiene que ver con la fisioterapia? Pues que la fisioterapia exige de una relación con el paciente (bueno, a algunos teóricos de la fisioterapia que no defienden el modelo BPS eso tampoco les importa mucho, por eso cuando dan cursos todo es tan perfecto y tan idílico, es como los entrenadores de fútbol que planifican el partido como si no hubiese otro equipo... y el otro equipo siempre está... y el paciente también) y lo que es más importante. La relación de comunicación entre un fisioterapeuta y su paciente no es del tipo simétrico, sino del tipo complementario (otra de las clasificaciones del Sr. Watzlawick), en la que receptor y emisor no se sitúan en el mismo plano de conocimiento sino en dos planos separados, para desde allí ser capaces de alcanzar objetivos comunes (porque, y esto nos tendría que hacer reflexionar, la etimología de común y de comunicación es la misma).

Pero al grano, que me pierdo. ¿Cuándo es necesario en fisioterapia controlar los procesos comunicativos? Pues en la siguiente lista que veís aquí hago un resumen:


Es decir, en toda nuestra actividad profesional, la comunicación puede ser el vehículo que nos lleve al éxito o al fracaso (por poner un ejemplo, para saber más de los efectos de la empatía, que es parte de las habilidades comunicaciones, en el trato con el paciente podéis consultar esta revisión de Di Biasi en The Lancet).

Y entonces, ¿cuál es la realidad sobre el aprendizaje de técnicas de comunicación en Fisioterapia? Pues consultando los datos que cada una de las facultades de la Comunidad de Madrid (y son 10) pone a disposición en la web, los resultados son estos:


O sea, que menos del 1% de nuestra formación (en la Comunidad de Madrid, a lo mejor en otros sitios está mejor) se corresponde con algo que influirá en el éxito o el fracaso del 100% de nuestras intervenciones. Alguno me dirá que el Grado es corto (ejem ejem) y no se puede hacer de otra manera. Curiosamente hay una Universidad en Madrid, la Carlos III, que ha decidido que todos sus Grados, independientemente del ámbito de formación, cursen obligatoriamente una asignatura sobre técnicas de comunicación oral y escritas, con un peso mayor de esos 2,37 créditos. Eso traducido quiere decir que profesionales como ingenieros, abogados o contables, tendrán mejor formación en comunicación que el fisioterapeuta medio de Madrid (por cierto, lamentablemente la Carlos III no ofrece fisioterapia...).

La pregunta que sigue a esta reflexión es la siguiente: ¿Lo estamos haciendo bien? Yo no tengo respuesta para ella. Pero os invito a reflexionar.

... continuará... (soy lento pero seguro)

Muchas gracias y buena lectura.