viernes, 27 de marzo de 2015

Jugando (con fuego) en consulta

"No vas a poder curarme", "No se para qué he venido", "Lo mío es muy grave"...
"Nadie me había escuchado como lo has hecho tú", "Eres el mejor, no se que habría hecho sin ti"...

Hace ya unos cuantos años que Eric Berne publicó su libro "Juegos en que participamos" sobre Analisis Transacional (AT) y Juegos Psicológicos. Muchos de los aspectos que en el aborda se han quedado algo desfasados, o mejor, han sido recuperados y modificados por otros profesionales posteriores. No voy a hablar del AT, pero sí me gustaría comentar algunas cosas sobre los Juegos Psicológicos, bienvenidos y poneos cómodos, que hoy seré más largo de lo habitual.

Esta entrada surgió a raíz de una conversación con Jesus Rubio (podéis leer esta entrada en su blog, con la colaboración de Francisco Monteagudo,  que habla del mismo tema), cuando hablando de un caso particular le comenté que probablemente el paciente estuviese jugando con él. Como no quedó muy claro qué era lo que yo quería decir con jugar con él, me comprometí a escribir algo al respecto... tarde pero aquí está...

Berne define los juegos psicológicos (JP) como una serie de estrategias de "incomunicación", realizadas de manera inconscientes por los sujetos con el objetivo de obtener una ganancia (normalmente oculta, y la mayor parte de las veces inconsciente, más adelante especificaré mejor el concepto de ganancia). Los JP siguen el mismo esquema de muchos juegos lúdicos ordinarios: existe un reto, una invitación al juego, la posibilidad de una ganancia, unos roles y unas reglas.

Probablemente algunas de las frases con las que inicio está entrada las habréis oído en consulta. En algunas ocasiones (no siempre) son la invitación que el paciente nos hace para que juguemos a uno de sus juegos. Estos juegos, según Berne y otros autores como Karpman, se organizan alrededor de tres figuras, víctima, agresor y salvador. No es necesario que existan los tres, o que coexistan en el mismo espacio y tiempo, incluso a veces, los roles van cambiando según la evolución del JP.

Por la propia idiosincrasia de la fisioterapia (y por la personalidad de los fisioterapeutas) muy a menudo nos encontramos pacientes que nos plantean sus JP desde la posición de víctima. El problema radica en que el fisioterapeuta, muchas veces de manera incosciente, tiene una predisposición especial para asignarse el papel de salvador y de esa manera acepta el juego. Por lo que he podido constatar, difícilmente otras profesiones, como los dentistas, los logopedas o los podólogos, tienen muchas experiencias de este tipo en consulta.

Recuerdo hace ya unos cuantos años, en la primera formación que recibí sobre esta parte "soft" de las profesiones sanitarias, cuando el doctor Massimo Sacripante (médico, militar, psicoterapeuta y experto de recursos humanos, un hombre del Renacimiento del siglo XXI) nos comentó cual era su actuación cuando uno de sus nuevos pacientes, en el primer día de consulta le comentaba alguna de esas frases. Ante un "lo mío no tiene solución" o un "usted no me va a poder curar" Sacripante se levantaba lentamente de su silla y se encaminaba hacia la puerta para abrirla animando al paciente a salir por donde había llegado, ya que si pensaba que realmente no tenía solución no era lógico que ninguno de los dos estuviese perdiendo el tiempo o el dinero en ese caso. La única manera real de ganar en un JP es no jugarlo.

Pero el reto, la posibilidad de ganancia es precisamente lo que nos hace caer y jugar. Hablaba antes de las ganancias, estas pueden ser de muchos tipos, el hecho de recibir atención y cuidados (por parte del paciente), o el hecho de ser reconocido y admirado (por parte del profesional), el hecho de mantener oculta una faceta que no queremos que se descubra (por parte de ambos)... El caso es que una vez que el paciente nos lanza el juego (víctima) y nosotros aceptamos (salvador) pasan varias cosas. La primera es que el juego es del paciente, son sus reglas y las conoce mejor que nosotros, y probablemente haya jugado a ese juego muchas más veces que nosotros. Por eso, a partir de ese momento, al haber perdido el control del juego nos convertimos en víctimas y nuestro paciente en nuestro salvador (lo que perpetúa el juego y la dinámica), sus respuestas positivas a nuestros esfuerzos nos "premian" y sus respuestas negativas nos "castigan". En determinados momentos es posible que incluso uno de los dos ocupe el rol de agresor ("usted me dijo que me iba a curar", "no has hecho por tu parte nada para curarte").

Hemos explicado ya el concepto de juego, y el de ganancia, quizás el último aspecto importante es remarcar la idea de "incomunicación". Si bien Watzlawick defiende que la no comunicación es imposible, la idea sobre la que trabaja Berne cuando habla de "incomunicación" es una comunicación no productiva, en la que cada uno de los actores está hablando desde un nivel diferente (niño, padre, adulto, pero esto ya es harina del AT y no es el objetivo de esta entrada) cuando el único tipo de comunicación  productiva que en este contexto tendría sentido es una comunicación adulto-adulto. Seguro que muchos habréis visto a algún compañero "regañar" a un paciente, estableciendo en ese momento una comunicación padre-niño improductiva y poco útil para empoderar al paciente.

¿Quiero decir con esto que todos los pacientes que entran en consulta con alguna de esas frases nos están planteando un JP? No, es necesario tener en cuenta el contexto y otros factores, pero haríamos bien a tener los ojos particularmente abiertos en estos casos y a no dejarnos cegar por nuestro afan "salvador" (que en algunos casos puede tener una motivación oculta en la que quizás convendría profundizar). Como dice el refranero español, dos no se pelean si uno no quiere. Pues bien, dos no juegan a un JP si uno no quiere. Y nuestra responsabilidad, como profesionales de la salud tiene que ser la de no querer. Por nuestro bien. Por el de nuestro paciente.

Muchas gracias y buena lectura.

Berne, Eric "Los Juegos en que participamos". Ed Diana. México 1986

Edwards, Gill "El triangulo dramático de Karpman". Ed Gaia 2011

Watzlawick, Paul "Teoría de la comunicación humana". Ed Herder 1993



jueves, 26 de marzo de 2015

Una historia de técnicos y tornillos

El señor Brown estaba muy contento. Su empresa había adquirido un datacenter nuevo para gestionar todos sus negocios. La cifra que había pagado quedaba en completo secreto, aunque todos en la empresa sabían que era una cifra elevada, estaban convencidos de que el nuevo datacenter les permitiría ser mucho más eficientes y conseguir sus objetivos.

Durante unos días el datacenter funcionó perfectamente, los servidores servían para lo que tenían que servir y la empresa consiguió unos resultados que nunca había conseguido antes. El señor Brown paseaba como un terrateniente orgulloso a lo largo de la planta del edificio donde habían construido el datacenter. Ahora sabía que aquel gasto estaba bien justificado.

Al tercer día (las cosas en las historias siempre pasan al tercer día, debe ser una norma no escrita de los relatos) el datacenter dejó de datacentear como debía. Y el señor Pink, responsable del mismo, llamó a los técnicos antes de que el señor Brown llegase. Sabía bien que su puesto en la empresa dependía de que el datacenter funcionase como era debido. Enseguida llegaron los técnicos, con sus maletines y con sus portátiles, con sus tablets, con sus apps y con sus programas. En un tris tras le pusieron un parche al programa y el datacenter, y el señor Pink con él, volvió a respirar. El señor Brown podía estar tranquilo. La factura de los técnicos solo habían sido taytantosmil.

Pasaron unos cuantos días y se repitió la historia: servidores que no servían, el señor Pink que se volvía azul y los técnicos corriendo para poner un parche de nuevo. Y todavía pasó varias veces más, hasta que el señor Brown, cansado de datacenter, de técnicos y de parches, la siguiente vez que el invento se estropeó, llamó a su viejo amigo, el señor Red. 

Cuando el señor Red llegó, ya estaban allí los técnicos discutiendo sobre que parche iban a poner esta vez. El señor Red le preguntó al señor Pink que había sucedido en las otras ocasiones, luego sacó de su vieja mochila un amperímetro y un buscapolos y empezó a caminar por toda la planta, poniendo el amperímetro un poco aquí y un poco allí... el señor Pink lo fue siguiendo en silencio, pero sin quitarle tampoco un ojo a los técnicos, que en ese momento estaban ya discutiendo sobre el sexo de los terabytes.


Llegado a un determinado punto, el señor Red sonrió mientras miraba el resultado del amperímetro. Entonces y solo entonces cogió su buscapolos y comprobó que lo que decía el amperímetro era cierto. Volvió a su mochila, cogió un viejo destornillador, arregló un enchufe y el datacenter volvió a datacentear.

Muchas gracias y buena lectura

Pedagogía... ¿para qué?

Nada, que no la encuentro por ningún lado. Y mira que llevo tiempo buscándola, pero oye, será que yo soy muy torpe o será que no existe, pero no la encuentro.

El diccionario la describe como la ciencia que se ocupa de la educación y de la enseñanza. Pedagogía.  Si nos vamos a analizar su etimología viene a ser algo así como la ciencia de conducir niños... pero desde esa etimología ha llovido mucho... Remarco la palabra ciencia porque en fisioterapia se nos llena la boca con la misma. Ciencia. Y desde este blog estoy muy orgulloso de decir y defender que la fisioterapia es una ciencia. Ahora, igual deberíamos prestar la misma atención y la misma consideración al resto de ciencias en vez de pasárnoslas por el forro cuando nos interesa. Voy al grano que ya estoy divagando.

Seguro que todos los fisioterapeutas estarán de acuerdo en que uno de nuestros campos es el de "educación para la salud", ahora, que nos hemos puesto finolis, además nos gusta hablar de la "pedagogía del dolor" (que esto ya es rizar el rizo, en el fondo es bautizar algo de una manera nueva, pero si nos ponemos estrictos, la pedagogía del dolor no dejaría de ser una parte dentro del campo, mucho más amplio, de la educación para la salud... pero como decía, esto ya es sacar punta). Pues por más que la busco a lo largo y ancho de programas universitarios veo entre muy pocas y poquísimas (por poner un eufemismo) materias en las que se hable de herramientas pedagógicas. Es decir, de cómo enseñar a los que tienen que aprender (en eso, tan fácil, tan difícil,  consiste la educación).

Todos hemos sido alumnos en algún momento de nuestra vida. Si somos sinceros y humildes reconoceremos que lo seguimos siendo en todos los momentos de nuestra vida. Y precisamente por eso, porque todos somos alumnos sabemos que no todos sirven para ser profesores. Sabemos que "saber hacer" no es necesariamente "saber explicar". Y entonces, la pregunta se me cae por su propio peso... ¿por qué nos sentimos capaces de "educar para la salud"? ... ¿porqué sabemos de salud? ¿porqué sabemos de fisioterapia? ¿Pero no acabamos de decir que saber de algo no es sinónimo de saber explicarlo? Soy sincero. A veces con la fisioterapia, me pierdo.

No miento si digo que el Grado (hay que aprovechar antes de que se vaya) nos ha traído una formación más amplia (que no necesariamente mejor). Por ejemplo en mis tiempos (hablo como si fuese el abuelo cebolleta) no escuchamos hablar en toda la carrera de metodología de la investigación. Ahora no hay un solo alumno que no la curse a lo largo de los cuatro años. Pero con la ampliación tampoco ha habido espacio para metodologías pedagógicas. Y lo curioso es que pasados unos cuantos años después de acabar la carrera todos haremos (con mayor o menor fortuna) la famosa "educación para la salud" (algunos como docentes, otros directamente con el paciente) y no todos se dedicarán a investigar... en esta ecuación me falla algo... ¿cómo se come eso de hacer algo para lo que no nos han formado y no hacer aquello para lo que nos forman? Repito. Yo, a veces, con la fisioterapia, me pierdo.

Igual todo esto pasa porque pensamos que la pedagogía no es una ciencia, y que da igual que las cosas se enseñen como se enseñen... igual lo pensamos porque nadie nos ha hablado nunca de pedagogía... O pensamos que a enseñar se aprende enseñando. Claro, y a tratar un punto gatillo se aprende tratando puntos gatillo, para que nos van a explicar la teoría, vaya tontería,  ¿no?

Estaría bien que nos dedicásemos a hacer aquello para lo que se nos forma. ¿En qué se nos forma?Valorar el estado de salud de una persona. Tratar con medios físicos una persona. Estaría bien pero debe ser que es "aburrido" porque parece que no nos contentamos con ello... Si supiésemos hacer bien estas dos cosas sería la leche...  y luego si quieres le añades el colacao, o el café, o lo que quieras, pero no al revés. Creo, que a veces, la fisioterapia, se pierde.

Una última reflexión... convendría recordar que la palabra pedagogo y la palabra pedante tienen la misma raíz... no vaya a ser que queriendo ser una cosa acabemos siendo la otra.

Muchas gracias y buena lectura.
(Entrada publicada primero en el Co-labolgatorio de FSR)